Racha · 13 de junio de 2017

    No todo iba mal cuando se jodió el móvil,
    cada vez menos trabajo, menos dinero, menos opciones
    y qué opciones, pff, eso no son ni opciones
    pero se jodió el
    ¿teléfono? ¿quién ha dicho nada del teléfono?
    no, qué va, se jodió la música, lo que te salva en el tubo
    cuando la tontería se pone demasiado ruidosa
    y ahora tengo que silbar
    tararear
    marcar ritmos con la fusta
    mientras la cabeza pone voces, guitarras, toda la producción
    y va escribiendo líneas contaminadas por las canciones
    líneas funestas porque las canciones
    no disparan al mismo sitio
    (cuestión de formatos)
    y entonces (¿o fue antes?) se jodió el portátil,
    eso que tenía para un salir de la selva
    me voy a reír (¡salir de la selva!) como si pudiera
    pobre palabra, trasto devaluadísimo
    ja
    ja
    ja que acaba de caer mi ordenador-atril, no me lo puedo creer
    estaba el hombre abandonado tras muchos años de servicio
    cuando «tío —dije—, empiezo a ver fatal —opción es perder los ojos—,
    serás atril porque amplías la letra»
    y gran trabajo que hacía por ESTOS mis dos pardos
    pero PAC, kaput (olor a chamusquina), va el viejo y se muere
    y voy yo y desmonto
    cambio
    monto
    pruebo
    nada
    saco los discos duros por los textos y SÍ, en la selva no hay gatitos
    también por SÍ, temblad, toda ESA información
    oh sí
    (fin de mi momento KGB)
    oh NO
    un cachito de diente, apenas una esquirla pero de diente
    salta de mi boca al teclado (VARIOS SEGUNDOS DE INSULTOS)
    hostias
    si llego a saber que el camino llevaba aquí
    HABRÍA TOMADO EL CAMINO SU SANTA MADRE
    pero gracias RACHA por romperlo por dentro y no por fuera
    y hacer que me acuerde de mi amigo Gary
    la camisa rota donde no se veía
    la corbata rota donde no se veía
    la chaqueta rota donde no se veía
    los pantalones rotos donde no se veía
    todo impecable donde se veía
    (PAUSA)
    peor es quedarse sin razones,
    ven, esquirla, que te invito a un garbeo.


    Madrid, junio.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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