Ratio summa · 6 de marzo de 2015

    Sería encantador.
    De un mundo fácil, simétrico y —en consecuencia, para algunos— bonito.
    Que la gente se abstuviera por tonta.
    Y fueran los listos quienes no se abstienen.
    Electoralmente, claro.
    Porque nadie se abstiene en la vida.
    Y si nadie se abstiene en la vida, nadie se abstiene en la política.
    Tontos hay en todas partes, y todos hacen.
    En esto, mi tocayo anduvo fino.
    No dijo: perdónalos porque no saben lo que no hacen.
    Dijo: perdónalos porque no saben lo que hacen.
    Y yo, que soy ateo, me sumo.
    Quién hace, para quién lo hace, qué hace.
    Nada es 100%.
    Tampoco 99.
    Y hablando de tontos, nada más tonto que confundir el silencio con la anuencia.
    Políticamente, claro.
    La gente calla por muchas razones y en muchas direcciones.
    Un libro, una asamblea, una urna, una revolución.
    O dice sí, cuenta conmigo, y no aparece.
    La gente es igual que la política.
    La gente es, por gente, política.
    Y si tanto incomoda que la lluvia moje, búsquese un paraguas.
    Ratio summa.
    Que el mundo es difícil, asimétrico y —en consecuencia, para mí— mundo.
    Que hay quien se abstiene por tonto y hay quien vota por tonto.
    Tontos hay en todas partes, y todos hacen.
    También los listos, pero menos.


    Madrid, marzo.


— Jesús Gómez Gutiérrez


Si les gusta lo que leen


/