Usiku nwema · 1 de enero de 2013

Tras la puerta, se reparten mis fichas de póquer. Jugábamos al Texas y no iba mal hasta que me dio por marcarme un farol en mi última mano. Claro, no había dinero, sólo fichas. Si hubiera habido dinero, no me habría marcado el farol. Y aún así, los faroles merecen la pena; suelen ser la única forma de romper las leyes que se disfrazan de destino en el sentido clásico del término, irremediable, inevitable, necesario. Aquí falló una carta. Incalculable.

Lo que sí se puede calcular, ya en el frío, es el trayecto para ir de Bilbao a Tirso de Molina. Fuencarral no es lo más corto; se llena de cuerpos, también hoy, en la madrugada de Año Nuevo, y hace más útil la desviación de Corredera a Luna y Callao. Pero va a ser Fuencarral. Capricho. Tribus razonablemente humanas con Malasaña dominando a la derecha y, luego, manadas de nenes y chicas convencidas de que vestirse de boda es sexy. ¿Sabes dónde está el instituto San Mateo? Sí, cruza y gira después. ¿Cómo se va a Alonso Martínez? Sorry, i dont understand. Uno vomita en el cajero de un banco y a mí me parece que suena una marcha del Ejército Rojo.

Ahora son todo grupos. Hacia Chueca, con un punto de carnaval; desde el centro, con pelucones de la provincia que es Sol en navidades, petardos, serpentinas y móviles abarrotados de fotos; hacia el centro, cuellos subidos. Y entonces, la Gran Vía. Luz. Y cruzar la Gran Vía, seis, cinco, cuatro, tres segundos en la pantalla del semáforo, dos, gente y más gente, uno, Montera, guiris borrachos, provincia borracha, capital borracha, con las putas que ya no se abalanzan sobre los hombres solos, eh, guapo, ven, ¡VEN!, porque tienen clientes de sobra. A Montera le gusta el caos. A mí me gusta que a Montera le guste. De niño, imaginé Madrid y la imaginé bien; pero no imaginé Montera.

Por Sol no se puede pasar. Policías en fila mientras los funcionarios del Ayuntamiento lanzan chorros de agua que caen a pocos metros de las espaldas azules. Den la vuelta. Den un rodeo. Así que toca dar un rodeo, torcer, bajar, subir, zonas de guerra y la ciudad enfadada, unos chicos que aporrean un coche en Benavente y dos sin techo que empujan carritos hacia Mayor. ¿Cerveza? ¿Cerveza? Es Tirso. Por el sector africano, se oye una despedida en suajili: Usiku mwema, buenas noches.

Madrid, 1 de enero.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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