Casadistas · 25 de marzo de 2014

¿Qué hacen ahí? –dicen los casadistas-. No tiene sentido.

Sentido.

Una menos cuarto del martes. Hace frío en la Puerta del Sol, donde no más de ciento cincuenta personas mantienen la Acampada Dignidad. Alrededor de las nueve, la policía les quitó las pancartas que habían puesto en la estatua a Carlos III; después, les quitaron los cartones. Ahora, los guardianes de la ley se limitan a mirarlos en filas y filas de uniformes azules junto a filas y filas de furgones azules.

¿Qué hacen ahí?

Lunes, juzgados de Plaza de Castilla, más filas azules. Amenazas, acoso, intimidación; ganas obvias de masacrar a los que exigen la libertad de los detenidos del 22M, divertidísimos en sus celdas: «siete horas contra la pared y con las manos en alto», para empezar. Falta poco para el 75 aniversario de la entrega de Madrid a las tropas fascistas. Y a cara descubierta, sin capucha, la plana mayor de un partido que fue rojo se deshace en loas a Adolfo Suárez.

Madrid como principio de campo de concentración. Madrid como principio de campo de concentración. Madrid como principio de campo de concentración.

Una y cuarto del martes (los periódicos): Desde ahora, Barajas llevará el nombre del primer presidente democrático. ¿Niceto Alcalá-Zamora? No precisamente. Y precisamente Barajas, que se abrió al tráfico aéreo días después de la proclamación de la II República.

Sentido.

Sumando todo el sentido de las gentes que dicen que la desobediencia civil no tiene sentido, se ha llegado a noches donde sólo faltan las alambradas y algún cartel que diga algo con verdadero sentido, como Arbeit macht frei.

En 1939, dieron un golpe porque creían que se podía dialogar con Franco. En el año 2014, dan la espalda a los chicos que aguantan en Sol.

Madrid, marzo.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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