Justicia social · 13 de julio de 2008

Durante su toma de posesión, Alicia Bárcena, sustituta de José Luis Machinea en la secretaría ejecutiva de la CEPAL y primera mujer que asume el cargo, resumió el tiempo que nos ha tocado vivir con una frase de muchos autores: «ésta no es una época de cambios, sino un cambio de época». Pero las huellas del proceso, que en general asociamos a grandes cuestiones donde la economía siempre impone su criterio, también están en los detalles.

El miércoles pasado, la Confederación General de Trabajadores de Perú (CGTP) convocó una huelga general de 24 horas contra la política del Gobierno. En el Perú de ayer, la protesta habría terminado con más tiros que palabras; en el de hoy, podemos hablar de su éxito relativo y de las peticiones más o menos justas del sindicato sin otra sangre que la tinta de los periódicos. Y eso es fundamental. Se está creando un concepto nuevo de normalidad, donde no se castiga la práctica de los derechos y donde el lenguaje político se mantiene en límites admisibles.

Lo demás, la crisis, porque todo cambio de época es crisis, merece otra aproximación. Los precios no son una broma. La desigualdad no es una broma. Alan García puede presumir de haber asentado el régimen democrático y conseguido un crecimiento superior al de otros países de su entorno. Ahora sólo falta que, además, practique el diálogo y la justicia social. La gente vive de hechos presentes, no de escenarios futuros.


Aparecido originalmente en el diario Público, de España.
Madrid, 12 de julio.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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