Entre dos Cumbres · 31 de octubre de 2008

La XVIII Cumbre Iberoamericana, que se celebra estos días en El Salvador, no escapará a la sentencia popular del mucho ruido y pocas nueces; pero ni las nueces son tan pocas ni el ruido es tan irrelevante como se presupone, sobre todo en materia de política internacional. La imagen exterior de nuestros países debe mucho a estas reuniones. Empezando por España, cuya capacidad de influencia depende en gran medida de su relación con América Latina.

La casualidad, disfrazada de crisis económica, ha querido que la Cumbre tenga un valor especial para nuestro Gobierno con respecto a otra bien distinta, la de Washington. El apoyo de los países de la zona podría ser determinante; no sólo por los gobiernos de Brasil, México y en menor medida Argentina, cuya fiabilidad se vuelve a poner en duda fuera de sus fronteras, sino por el conjunto de la propia Comunidad Iberoamericana. Es una ocasión perfecta para demostrar que existe y que tiene voluntad política de hacerse oír y de defender sus intereses.

Como recordaba Enrique Iglesias, responsable de la Secretaria General Iberoamericana (SEGIB), la región «está mejor preparada que nunca» para afrontar la crisis actual. Lo cual no significa que esté bien preparada. A excepción de Brasil, ha perdido peso en el escenario internacional a medida que aumentaba el de China, India y Rusia. Los que pensaban que el precio de las materias primas y otros factores coyunturales les ofrecían el privilegio de permanecer al margen, ya habrán salido de su error. Se trata de revisar y transformar el sistema de Bretton Woods. Palabras mayores, que exigen de palabras conjuntas.

Pero más allá de su presencia en el mundo, América Latina tiene un segundo motivo para apoyar la pretensión de José Luis Rodríguez Zapatero. La voz de la izquierda estaría poco y mal representada en el G20 si España no participa. Y sin izquierda, hasta el lema de la Cumbre de El Salvador, Juventud y desarrollo, quedará en papel mojado.

Madrid, 29-30 de octubre.
Diario Público (España)


— Jesús Gómez Gutiérrez


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