Fuga de votantes · 28 de noviembre de 2011

Este domingo se ha publicado el primer estudio digno de crédito sobre fidelidad y trasvase de voto en el 20N. Entre sus conclusiones hay un secreto a gritos de los que nadie quiere escuchar: casi dos millones de los 4.350.000 votos que perdió el PSOE se fueron directamente a la derecha. 1.200.000 al PP y 450.000 a UPyD. Mucho más del doble de lo que perdió en beneficio de otras organizaciones de izquierda y no mucho menos de lo que perdió en la abstención.

De un tiempo a esta parte, un sector de los socialistas considera que el nacionalcatolicismo, el neoliberalismo y la demagogia lerrouxista pueden ser tan socialdemócratas como el Estado del bienestar. En la práctica, las políticas y los modelos comunicativos del PSOE, incluida su negativa a explicar y a debatir lo importante en la sociedad, han logrado que el Partido Socialista se convierta parcialmente en una fábrica de fachas. Y no es un problema exclusivo del PSOE; aunque sea una de las muchas cosas que el estudio mencionado no indica, también hay trasvases a PP y UPyD desde el resto de la izquierda.

Cuando pensamos que los bloques electorales son fijos, pensamos mal, muy mal o catastróficamente mal según el tamaño de la conclusión equivocada a la que lleguemos. Ninguno es fijo, ni siquiera en la derecha. El 20N, el PP perdió casi un millón de votos de sus antiguos electores, pero equilibró sobradamente la pérdida gracias a unos cientos de miles de jóvenes que votaban por primera vez y a ese 1.200.000 de votantes socialistas. Exceptuada la ley electoral, ellos son en última instancia los responsables de que el PP tenga mayoría absoluta en el Congreso y en esa cámara inútil que llamamos Senado.

Si queremos transformar la realidad, debemos conocer sus formas y sus identidades. Lo sucedido el 20N no es coyuntural; es un proceso viejo que se subestima o desprecia en los medios de la izquierda política porque insinúa responsabilidades en ella. Culpar a los abstencionistas es más conveniente. Pero la abstención no suele determinar el resultado de unas elecciones en España. No es el problema. De hecho, no lo es en ninguna parte: a igualdad de condiciones culturales y económicas, los países donde el voto es obligatorio tienen la misma distribución ideológica que los países donde no lo es.

Hace unos días, afirmaba que debemos crear la masa crítica necesaria para cambiar nuestro país. La fuga de votantes socialistas a la derecha habla de una sociedad sin debate y sin conflicto. Se lo ponen muy fácil. ¿También nosotros, en el 15M? Porque eso es lo que hacemos cuando en lugar de seguir nuestro camino y despertar conciencias en todos los sectores, nos sometemos al interés de los partidos del sistema. El 20N perdimos una oportunidad. Fallamos a mucha gente con apelaciones al voto útil y ni siquiera conseguimos el agradecimiento de los beneficiados. «El nivel de madurez del 15M es muy escaso», nos dicen desde IU. ¿Qué había en España antes del 15M? Nada.

Madrid, noviembre.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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