Día de huelga · 29 de septiembre de 2010

    Ex ciudadano

    En Sol hay un grupo de jóvenes
    con pancartas, banderas, palabras
    puño.
    Es un minuto difícil para la ropa
    que pasa a toda prisa por delante
    con un ex ciudadano por dentro
    y un periódico del régimen:
    si alguna vez supo
    ponerse en lugar de otro
    menos afortunado
    con un motivo
    con lo justo para malvivir
    o tal vez sin empleo,
    si alguna vez tuvo un pensamiento
    relativamente libre de interés
    un resto de inteligencia de utilidad colectiva
    un conato de individualidad real
    un poco de valor
    si alguna vez supo
    si alguna vez pensó
    si
    pero el presente no está hecho de alguna vez,
    el presente se hace en el presente
    aquí y ahora
    y su presente es de ropa que pasa
    con un ex ciudadano por dentro
    y un periódico del régimen
    y un silencio puño contra las palabras
    de la necesidad.


    Los secuestrados

    Marga trabajó por miedo al despido.
    Javier, porque ni siquiera puede
    perder el sueldo de un día.
    Luis, que tampoco puede, fue hiel.
    Y así muchos
    miles de secuestrados
    huelga por dentro
    cárcel por fuera.


    Veremos

    Y ahora qué.
    La política
    temporalmente desahuciada
    no tiene voz que la nombre.
    La luz por un crédito
    la sangre
    por un escaparate de muñecas
    (mejor morir de risa
    que de asco).
    Y ahora qué.
    A mirar el reloj como en la casa del loco
    con un runrún
    lleno de hijos.
    Coro: «No tiene nadie que la nombre.
    No tiene nadie que la lleve.
    No tiene a nadie
    todavía.»
    Y ahora qué.
    Paciencia, dicen: Veremos,
    porque al romper el discurso del derecho
    también han roto
    la vaina que rodeaba el filo
    el guante que suavizaba el golpe
    el contrato social.


    Después de la huelga

    Después de la huelga, las voces se separan y empieza la noche. Una hora, otra hora, hojas verdes con hechura de traje gris, agua goteando de una teja, cada gato callejero en un motor y tú y yo a punto de quedarnos sin trabajo y sin casa, como ayer.

    Con la mañana, llegan las noticias,
    el universo pintado por la sumisión y la imagen:
    lo disminuyen, lo tergiversan, lo transforman en un vacío sobre el que pasan descabezadas, con los brazos pegados al cuerpo, tan felices. No es mal truco. Dicen:
    huelga desigual. Dicen:
    no hubo huelga. Dicen:
    he venido al Parlamento con mis tizas de colores.
    Casi huele a final de la historia,
    a estupidez perfecta,
    a esclavitud.

    Una vez, en el barrio, calculamos la nada de todos los bolsillos y nos sentamos sobre un montón de arena, en un descampado del sudeste, a mirar Madrid. No fue ni mejor ni peor que hoy; en los bares servían más tapas y vivir salía más barato, pero la sumisión y la imagen decían lo mismo y la definición de lo posible se determinaba en lo mismo
    rabia, ideas, conflicto, ideas, conflicto, rabia
    conflicto
    unión.
    No hay más.




Madrid, 29 de septiembre.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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