Nuestra propia casa · 15 de julio de 2011

Era emperador y terminó sus días en un monasterio de Extremadura. Cualquier niño reconocería su nombre y podría decir algunas cosas sobre su reinado; pero ni niños ni mayores suelen recordar que Carlos I de España y V de Alemania fue el inventor del concepto moderno de deuda. Y menuda deuda. Cuando Felipe II llegó al trono, consideró la posibilidad de no reconocer los números rojos de su padre; pero se lo pensó mejor y, un año después, con la quiebra de 1557, inventó el concepto moderno de deuda soberana, es decir, la deuda que cuenta con el Estado como garante.

Es indiscutible. Si en el siglo XVI hubieran existido las agencias de calificación, la Corona de los Habsburgo habría recibido la famosa triple A en cualquier circunstancia. La habría recibido incluso más tarde, cuando ya era evidente que el imperio tenía un problema con otros conceptos que también encontraron la modernidad aquí, como el de inflación y un proceso asociado, la enfermedad holandesa, que se debería llamar la enfermedad española. Se la habrían concedido porque la España del momento era el mayor poder político y militar de la época.

Se dice que Estados Unidos está tan mal o peor como el peor de los países europeos del Mediterráneo. Tal vez. Pero es Estados Unidos. Las agencias de calificación no hacen demasiadas trampas cuando conceden una nota al imperio americano y una inferior a Grecia. ¿Qué tiene EEUU que no tenga Grecia? Lo mismo que España en el siglo XVI y parte del XVII. En términos generales, Moody’s, Standard and Poor’s y Fitch sólo son mensajeros que anuncian lo que el sistema, la verdadera trampa, determina. Por supuesto, pertenecen a quienes pertenecen y sus intereses son más complejos, pero eso vale para todas las agencias de calificación. Que se lo digan a la china, Dagong Global Credit Rating, cuya tendencia a sobrevalorar al Gobierno de Pekín y a los países emergentes que interesan a la economía de Pekín es hermana del afecto anglosajón de Moody’s, Standard and Poor’s y Fitch por Gran Bretaña y EEUU.

Ayer, varios periódicos españoles abrían sus ediciones de Internet con titulares enormes sobre la posible quiebra estadounidense; titulares que contrastaban con los del NYT y el Washington Post, mucho más pequeños. Nada que objetar. Lo que para unos significaría otro empujón hacia el abismo, para otros es una batalla con vistas a las elecciones del 2012. Además, hablamos de EEUU; si quieren quebrar, como si quieren darle otra vez a la máquina de los dólares. Las cosas son y seguirán siendo así hasta que aprendamos a pensar y a actuar globalmente. Empezando por nuestra propia casa, Europa.

Madrid, julio.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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