Al jardín de la anarquía · 11 de abril de 2013

Es miércoles y las noticias dicen que el 20% de los niños españoles vive en la pobreza. Al día siguiente, El País titula: «Los niños españoles aún sonríen a la crisis», y refuerza la broma con la fotografía de cuatro chavalitos felices que tiran de una cuerda contra un paisaje verde, verdísimo, casi tan limpio como ellos. ¿Pobres? Sí, pero sólo el 20%; y en realidad, sólo el 3,9% vive en situación de privación material severa. Además, los niños españoles están más satisfechos que los alemanes. Las redes familiares son más firmes. Hay más comunicación. Y no se menciona el sol y la playa porque se parecería a la televisión del franquismo.

Entre tanto, un ex presidente sale de un consejo de administración para sentar cátedra sobre la infancia, que mete a martillazos en el asunto de los escraches: «¿Por qué tiene un niño que aguantar una presión en su casa?». Es Felipe González, el number one. Le preocupa la rabia de los desarrapados, gente incapaz de mostrar mesura. «¿Es que todo el esfuerzo de la Transición se está yendo por el desagüe?». Un 20% de pobreza infantil es un concepto brumoso, para olvidar; una quimera de globos pinchados y gnomos caídos en el césped de los ricos es una realidad inadmisible, deplorable, bárbara. González, que extraña a González, cree que el Reino «galopa hacia una anarquía disolvente»; se empieza por molestar a un banquero y se termina entre negritos con kalashnikov.

En Madrid, cerca de Tirso, hay unas niñas que también llevan una cuerda; da vueltas a unas cajas de aspecto pesado y a la estructura de un carrito de la compra, del que tiran con dificultad. Al llegar a la entrada de Lavapiés, la carga se vuelve más ligera. Es cuesta abajo. Otro estímulo para que los niños españoles estén más satisfechos que los alemanes; tenemos muchas más cuestas arriba y, en consecuencia, muchas más cuestas abajo. Las ruedas giran, veloces. Las cajas tiemblan. Una de las niñas rompe a reír y se arranca: «Al jardín de la anarquía/ quiere mi madre que vaya,/ a ver si me sale novio,/ el más anarca de España». ¿Se la habrá oído a su abuela? Definitivamente, González tiene motivos de preocupación.

Madrid, abril.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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