Tiburones · 20 de septiembre de 2013

A mí me llegó el 9 de septiembre, por radio macuto. A mí, que ni estoy en ese mundo ni vivo en Extremadura; pero los socialdemócratas tardaron una semana más en denunciarlo y los que están a su izquierda, según dicen, reaccionan como si se hubieran enterado ayer. Confieso que lo miré cuatro, cinco, seis veces, antes de enviárselo a alguien mejor informado que yo, por si me podía confirmar que no era un bulo. Y, al parecer, no lo era. Que ya, que bueno, que son trampitas presupuestarias, apaños comunes, se defiende el gobiernísimo. Pero no lo era.

Ésta es la cosa: Ceremonia de entrega de los premios Ceres de teatro. Medio millón de euros para pompa y gilipollez; ciertamente una fruslería si se compara con ese tipo de actos en otros sectores. Aun así, aun fruslería, hubo quien tuvo los arrestos de negarse a participar: el escenógrafo Damián Galán, la figurinista Maite Álvarez, la actriz Luisa Hurtado y los actores Esteban García Ballesteros, Juan Carlos Tirado y Pedro Montero. Les parecía una vergüenza que, en dos horas de ostentación, el Ejecutivo de la Comunidad Autónoma gastara el triple del presupuesto dedicado a ayudas a la producción y distribución teatral, como había ocurrido un año antes. Al resto de los premiados se la sudó bien sudada. ¿Cómo no iban a ir? Ellos son artistas, señorñora, no políticos. La vida es la vida y qué guapa es la tele.

Si alguien quiere saber los nombres de los verga o potorro sudados, que los busque en Internet; y que extienda el esfuerzo a otras familias y pufos, porque luego van de progres y ustedes les ríen las gracias y todo queda entre ellos y al final no hay nadie que se atreva a alzar la voz. Lo que me llegó el día 9 era un «expediente de transferencia de créditos» de la Consejería de Economía y Hacienda de la CCAA. Al presupuesto de inversiones en centros de educación infantil y primaria se le habían quitado 521.676,58 euros, que pasaron íntegramente a los premios Ceres. Bonito, ¿no? La educación infantil. Entre tanto, el teatro español se hunde en la miseria con el resto de la cultura; incluido su buque insignia, el sector editorial, lanzado a los tiburones.

Madrid, septiembre.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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