Conocí a uno · 24 de mayo de 2016

    Mucho después de la victoria del bien sobre el mal
    todo lo que estaba mal seguía estando mal,
    aunque con más carteles contra los que ensuciaban el suelo.
    Siempre es así con las victorias del bien, porque ¿en qué
    consiste el bien? En la moral de los niños bien
    cuando les da por hacer el bien:
    un concepto donde lo estructural no cabe ni en pintura.
    Por eso la pobreza, estructural como ella sola, crecía ajena a tanta bondad.
    Y la estructuralísima falta de techo en una ciudad de casas vacías.
    Y el hambre bien, muy bien, en los barrios del hambre.
    Y la injusticia, tan bien como si hubiera triunfado el mal
    porque el bien había llegado para aplicar bien las leyes de la clase dominante
    (¿es que hay otras?)
    que respondían, quién lo habría dicho, a los intereses de la clase dominante.
    Pero qué bien sabían las limosnas cuando el bien tenía para limosnas.
    Una vez, conocí a uno que recibió.


    Madrid, mayo.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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