Resumen para sordos · 5 de enero de 2008

Aquel canalla se subió a un árbol
e inventó un milagro con trocitos de miedo.
Después vinieron otros.
Más tontos, más zafios, más listos, más ingenuos. Llovieron divinidades para explicarlo todo,
herméticas mitologías para explicar la nada.
Dioses para negros y blancos, para indios
y chinos,
en un largo culebrón de sermones e intrigas
y de bocas que escupían cal
contra el amor sin ley.

Hasta entonces, el mundo giraba.
No se aparecía la virgen a octagenarias y niños,
no había catedrales para exigir pudor
a culos, pantorrillas, escotes imponentes
de turistas a las cinco en punto de la tarde
y qué calor.

Pero la palabra piensa, se hace zancadillas, se burla
de su espejo:
no soporta sentirse sagrada.
Y el mundo volvió a girar.


Madrid, 1995.


Publicado originalmente en el diario La Insignia.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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