La tercera fundación · 15 de octubre de 2007
1. De pie entre los baluartes de Candelaria y San Carlos; mar detrás, y enfrente los jardines de la Alameda con sus enormes ficus magnolia. Me han contado que vienes de cruzar la bahía, Cádiz y el Puerto y otra vez Cádiz, como yo la primera vez. Y he aquí que traes fantasmas porque todo es cuestión de mirar y en esta ciudad ni eso: te ven aunque no los veas y ves a los que fueron y a los que no. Así que narro y escuchas. Pasa el tiempo y escuchas. Abordajes, saqueos, corsarios, piratas, capitanes, galeras, fragatas, corbetas, galeones. Mañana iremos más lejos y te hablaré de otros mares y otras guerras. Pero alza velas; ella está a punto de llegar.2. Lecturas de la semana: El habla de Cádiz, de Pedro Manuel Payán Sotomayor, al principio; Arniches y el habla de Madrid, de Manuel Seco, al final. Nueva vuelta de tuerca a Tesoro de villanos (diccionario de germanía) de María Inés Chamorro. Historia de los grandes viajes y de los grandes viajeros, de Julio Verne, en una edición de la editorial Ramón Sopena (Barcelona, 1934) que ha vivido mucho. No despertéis a la serpiente, de Shelley, «si quieres encontrar lo que persigues, muere». Y mejorando los consejos, El conde Lucanor de don Juan Manuel, siempre joven.
3. Confesión de la semana: Un año antes, los Jam han conseguido su primer número 1 en las listas británicas con Going Underground, pero aún falta para que llegue a los tres chavales de Vallecas que están sentados en la acera, espalda contra la pared, dos fumando y Mena con pipas. En sus bolsillos hay bolígrafos, cigarrillos sueltos, billetes de Metro para hacer filtros, bonobuses trucados con cartulina, una cinta de Lole y Manuel y una navaja automática, la del largo por la derecha, que soy yo y enseño. Al cabo de tanto, la verdad: Iba a comprar un helado y de repente pinchazo y farfulla; no entendí nada, así que me giré y estaba tan cerca, tan pegado a mí, que le metí el helado, un corte de chocolate, en el ojo. Salió corriendo y tiró la navaja. Me quedé con la navaja y perdí el helado.
4. De vuelta en la Alameda, espero. Hace tres milenios, según Estrabón, cierto oráculo ordenó a los tirios que fundaran un establecimiento en las columnas de Hércules. Llegaron al estrecho, echaron el ancla y los sacrificios fueron adversos; pasaron el estrecho y repitieron, con el mismo resultado. En la tercera expedición fundaron Cádiz, «lo que en lengua púnica —cuenta Plinio— significa fortaleza»: reducto y virtud cardinal que se esfuma, cuando apareces, con mi prudencia y mi templanza.
Madrid, octubre.
— Jesús Gómez Gutiérrez