Lejos del suelo · 6 de abril de 2008

Malasaña. Sábado. Concentración frente al Ministerio de Justicia. La policía cubre el 45 de San Bernardo mientras los huelguistas, en la acera opuesta, mandan recuerdos a uno de los peores ministros de la historia democrática de España. Paso entre ellos, de camino hacia Gran Vía, y me detengo a escuchar. El hombre del megáfono afirma que los miembros del Gobierno se vuelven contra los que les votaron hace unas semanas. Los llama sinvergüenzas. Tiene razón.

El martes me crucé con un amigo en la otra punta del barrio. Los que conozcan la zona sabrán que en esa calle, Hernán Cortés, hay algo más que el mar de balcones con el que Madrid enamora hasta al más ciego. Pero pistas aparte, y obviando mi sorpresa al verlo salir de allí, me acompañó un trecho y tuvimos ocasión de charlar de lo mismo de siempre. El decía pre y yo pos. Él bla, yo blas. Hasta que al cabo de un rato me pregunta de dónde saco la información. Te contestaré ahora, estimado ex colega: del simple y puro hecho de que no gano ni la mitad que tú.

Pero es posible que el cansancio —son las cuatro de la madrugada— me vuelva críptico. Por si acaso, bajen la mirada y observen el periódico que alguien pisa, más que razonablemente, delante de un bar de la calle Tesoro. El de la foto es el titular de Economía, y lo que dice es un típico me casé con una enana por hartarme de reír. Porque se trata de confundir a los idiotas. Como hay crisis, toca apretarse el cinturón. Lo cual, con medio país que no llega a mileurista, viene a significar que, a falta de estómagos que apretar, nos van a quebrar la columna.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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