Cambio de rumbo · 18 de septiembre de 2008

Si la declaración de Jefes de Estado y de Gobierno de UNASUR se hubiera limitado a las palabras, que en este caso hablan de diálogo y apoyo a la legalidad, sería otro acto de impotencia diplomática. Pero establece un marco político de referencia, con implicaciones que superan el conflicto boliviano, y equivale a una asunción de responsabilidades cuyo eje está dentro, por primera vez, del subcontinente.

El acuerdo es, por encima de todo, un aviso para navegantes; la oposición de Bolivia, el presidente venezolano y, en general, cualquier grupo de presión con intenciones de romper la baraja se habrán dado por aludidos. UNASUR no quiere bromas en su ámbito. Y por lo visto, aunque eso está por demostrar, va a dar pasos concretos. Porque en el último punto del texto, que a veces equivale a la letra pequeña de un contrato, se acuerda la creación de una comisión de asistencia al Gobierno de Morales «incluyendo recursos humanos especializados». O dicho de otro modo, se admite que Bolivia no puede salir de la situación sin ayuda externa.

El concepto de soberanía en América Latina siempre había sido un concepto corto y determinado por el discurso de la propaganda. Todavía hoy, se tiende a establecer dictomías falsas entre lo supuestamente propio y lo supuestamente ajeno que no facilitan las reformas ni la conciencia democrática necesaria para llevarlas a cabo. Sin embargo, eso también está cambiando. Bolivia no puede ser sin sus vecinos. Guatemala no es sin Centroamérica. Hasta Brasil y Chile, que han dado un ejemplo de seriedad, necesitan de sus socios y sólo serán en la medida en que asuman el papel que les corresponde.

Evo Morales tiene ahora la obligación de corresponder al esfuerzo y al voto de confianza con un cambio de formas y tal vez de contenidos. Transformar un Estado y reconstruir la convivencia son palabras mayores. Pero ni está solo ni en un contexto de guerra fría, aunque algunos prefieran otra cosa. La propia actitud de EE.UU. demuestra que los fracasos que vengan, si vienen, serán fracasos de América Latina. Y los éxitos.

Madrid, 17 de septiembre.
Diario Público, de España.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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