Barajas · 21 de agosto de 2008

1. Humo sobre el cielo de Madrid. Ciento cincuenta y tres personas, según las cifras de esta madrugada del jueves, han muerto carbonizadas en un extremo de la tierra de nadie y de nada que llamamos Barajas. Un accidente. Y habrá que esperar a las cajas negras y a la investigación. Pero hay familiares de las víctimas que afirman haber recibido llamadas antes del despegue: «El avión tiene fallos, algo no va bien». Y el avión despegó.

2. Fragmento de un comunicado del SEPLA (Sindicato Español de Pilotos de Líneas Aéreas) emitido antes del accidente del vuelo JK5022: «los problemas endémicos de dimensionamiento de la plantilla están provocando continuas presiones y amenazas por parte de la dirección [de Spanair] para que los tripulantes y el personal de mantenimiento transgredan las normas, incluyendo vulneración de límites de actividad, violación del régimen de días libres y vacaciones, de los convenios colectivos y de la legislación vigente». Ayer mismo se iba a reunir la mesa de negociación entre Spanair y los sindicatos para discutir el plan de viabilidad, es decir, el despido de la mitad de la plantilla.

3. Hay pocas cosas más cínicas que investigar obviando el contexto. Fue un tornillo, una rueda, un dispositivo; apelaciones al viejo destino, donde la responsabilidad no recae en nadie. ¿Cuántas veces lo hemos visto? Hagan memoria. Porque es verdad que no hay sistema perfecto y que hasta el más imperfecto puede ser inocente en un suceso determinado. Pero el tornillo, la rueda, el dispositivo, no flotan sólo en un capricho de la mécanica; también forman parte de una imagen mayor. Por ejemplo, de un modelo económico.

Madrid, 20-21 de agosto.

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— Jesús Gómez Gutiérrez


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