El candidato de la insolvencia · 28 de septiembre de 2008

Los medios de comunicación de EE.UU. parecen estar de acuerdo en que el primer debate entre Barak Obama y John McCain terminó en lo que llaman «empate técnico»; ventaja del demócrata en asuntos económicos, victoria a los puntos del republicano en política internacional y ningún error grave. Sin embargo, los debates no se producen fuera de contexto. No son caprichos intelectuales ajenos a la realidad, por mucho que en la política estadounidense pese más el márketing y la imagen, en su versión más televisiva, que las ideas.

El contexto de estos días es, por supuesto, la crisis económica. Sólo por eso, Obama ya habría ganado. Porque la política internacional, el supuesto punto fuerte de McCain, es una inversión que en EE.UU. limita sus réditos a casos de patrotismo fácil, entendido como guerras fáciles con victorias fáciles que emborrachen las necesidades del nacionalismo. Pero la oferta de McCain es Irak, una guerra desastrosa; y Afganistán, una guerra oscura cuya parte positiva, la de reconstrucción de la democracia, no corresponde precisamente a las tropas de EE.UU. sino a los esfuerzos de la ONU. Más que hablar de fortaleza, su mención de la pulsera de Matthew Stanley, el soldado muerto en Bagdag, habla de desesperación.

En la presentación del debate, Jim Lehrer citó una frase de Eisenhower que resume el futuro de la campaña: «Debemos conseguir seguridad y solvencia. De hecho, la base de la fuerza militar es la fuerza económica». No sería la primera vez que un candidato que no lo merece gana unas lecciones en EE.UU., pero sería la primera en que ganara el candidato de la insolvencia. En este caso, y hasta este día, John McCain.

Madrid, 27 de septiembre.
Diario Público (España), 28 de septiembre.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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