Cortina de humo · 5 de diciembre de 2010

Todo es cuestión de perspectiva. El día 2 de diciembre, José Blanco, ministro de Fomento, afirma que su gobierno no permitirá «bajo ningún concepto» que se pueda saldar una hipoteca con la entrega de la casa, fórmula de uso común y corriente en los países desarrollados. Con ello, condena a 350.000 familias a ser rehenes de los bancos y a seguir bajo su chantaje, pero el asunto no llena los informativos de las televisiones, no merece portadas en los periódicos y, en consecuencia, tampoco provoca indignación social.

Un día después, el 3 de diciembre, el Gobierno aprueba un decreto ley que supone la privatización de Barajas y el Prat y la posibilidad de que el capital privado controle hasta el 49% de la sociedad mercantil que gestionará los aeropuertos españoles. El decreto incluye un cambio en la regulación de la jornada anual de los controladores aéreos, que responden del mismo modo que en ocasiones anteriores: con una huelga más o menos encubierta. El Gobierno sabe lo que va a ocurrir, como admite tácitamente el propio José Blanco al declarar que se ha elegido esa fecha «para evitar que esto pasara en navidades».

Cuando los controladores se ausentan de sus puestos, José Blanco, ministro de Fomento, afirma que la huelga es un chantaje que convierte en rehenes a los ciudadanos. El Gobierno anuncia la militarización del control aéreo, la creación de un gabinete de crisis del que forma parte el Jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire, la aplicación del Código Penal Militar a los huelguistas y la declaración de «estado de alarma» en el país, medida sin precedentes en la democracia. Automáticamente, los medios multiplican el ruido a partir de dos versiones únicas, la del propio Gobierno y la del Partido Popular, distintas en el detalle pero idénticas en la criminalización de los controladores, cuya opinión se manipula o se acalla.

Decía al principio que todo es cuestión de perspectiva. Qué es importante, qué es irrelevante, por qué. La vivienda, el desempleo, las pensiones, los salarios, las privatizaciones, el sometimiento de la Justicia española a los intereses de una potencia extranjera y hasta la adjudicación supuestamente fraudulenta de contratos militares, como se acaba de saber por Wikileaks, no son motivo de alarma para el PSOE ni incluyen términos tan eficaces como chantaje y rehenes; sin embargo, ese mismo PSOE echa mano de todos sus medios de comunicación para que sus votantes crean que interrumpir el tráfico aéreo durante cuarenta y ocho horas es el hecho más inadmisible de la historia reciente de España y aplaudan la intervención del Ejército.

No se trata de justificar a los controladores, cuya respuesta al decreto ley ha sido desmedida e inmoral; se trata de que los socialistas han dado un paso muy peligroso en su camino hacia la nada: el precio de esta cortina de humo, de esta isla de Perejil en versión aeronáutica, es asumir y extender la cultura de la derecha. Hoy tenemos un país con más ira, más miedo y menos información que ayer. También tenemos un país más dispuesto a tolerar medidas de excepción en lo tocante al derecho a huelga. Seguro que el PP sabrá aprovecharlo cuando vuelva a la Moncloa.

Madrid, diciembre.

También publicado en Nueva Tribuna.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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