Del éxito y el fracaso · 17 de octubre de 2011

Una vez más, salimos a la calle. Y fue un éxito. No sólo en España, sino en mil cuarenta ciudades de noventa países donde también fue un éxito. Hasta conseguimos que los periódicos nos dedicaran montones de páginas con fotografías preciosas y alguna referencia a alguna de nuestras propuestas realmente existentes. Además, no se puede negar que hace buen tiempo, aunque refresca de noche. Y parafraseando a ese gran facineroso de Churchill, amigo de Mussolini hasta que dejó de serlo y de Franco hasta el final, debemos suponer que el entusiasmo del 15O anuncia más jornadas parecidas, porque el éxito consiste en ir de fracaso en fracaso sin perder exactamente lo dicho, el entusiasmo.

Al principio, cuando el 15M era poco más que un rumor negado por los medios, cualquier manifestación de nuestra existencia era un acto político cargado de posibilidades. El poder nos temía; no sabía qué éramos ni hasta dónde estábamos dispuestos a llegar. Hoy cree que lo sabe y no nos teme. Cree que siempre empezamos en calidad de ciudadanos y que siempre terminamos en calidad de perogrullada: «estamos hartos», «queremos un mundo distinto», «vivimos en un mundo global», repetimos constantemente, como si no se supiera, antes de hacer mutis por el foro. Y en días como el 15O, con cientos de miles de personas en la calle, no se nos ocurre nada más útil que agitar las manos contra los cielos y volver a escuchar el Himno de la alegría.

Si eso fuera todo, el poder tendría motivos para estar tranquilo; como dice Zygmunt Bauman, de paso por Madrid, el 15M sería emoción sin pensamiento. Pero hay muchos 15M. Mientras uno se estrella en la complacencia, otro impide desahucios, otro prepara huelgas, otro construye redes y otro debate qué se está haciendo tan mal como para que el único acto de desobediencia civil del 15O fueran las ocupaciones de #hotelmadrid y #edifici15o. Ser no es suficiente. Mostrarse no es suficiente. Unirse no es suficiente. ¿Estamos más cerca de asumirlo que el sábado pasado? Desde mi punto de vista, sí. La gente empieza a entender que cualquier manifestación es un fracaso, por masiva que sea, si no convierte su entusiasmo en acción.

Madrid, octubre.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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