Antes de la tormenta · 24 de mayo de 2009
1. «Por qué me has escupido», pregunta la puta, transexual de mi altura pero con cuarenta kilos más, la mitad de los cuales son (dos) tetas de silicona. El agresor, que suena eslavo, retrocede de espaldas por Caballero de Gracia. «Maricona de mierda.» «¿Maricona? Te vas a enterar.» El del Este se encara; puños cerrados, brazos que ha separado ligeramente del cuerpo. La puta se acerca; preparada, toda ojos. Dos bolsazos y la amenaza «Policía» sin signos de admiración le conceden la victoria en el combate. A las 17.10 de este sábado, no hubo mujer más bella en el mundo.
2. El cielo es generoso con Madrid; anoche nos regaló el diez por ciento de los dos mil rayos que cayeron en España y ahora amaga sol, lluvia, calor, fresco, de todo un poco, cuando Red de San Luis queda atrás entre las obras y Gran Vía deja paso hasta Mesonero Romanos, por la parte que antes de dedicarse al escritor fue la Calle Alta del Olivo. Luego, en Desengaño y Corredera Baja, dos y cuatro gotas respectivamente; pero de momento se contiene: sus nubes no aguan la espera de los que hacen cola frente al comedor de San Antonio de los Alemanes. Magrebíes, algún latinoamericano, cada vez más españoles.
3. Detrás de esas puertas, la ciudad del siglo XVII imparte otro auxilio, el de la atención. ¿Qué es a simple vista? Una sombra tan ajena al transeúnte como los que están allí para llevarse algo al estómago. Porque el aspecto exterior de San Antonio de los Alemanes no dice, calla; parece específicamente pensado para guardar el secreto: una planta oval que nadie adivina; un capricho (por ingenio, fantasía, libertad en las formas) sin pilastras, sin columnas, casi aire, sin elementos que separen espacios y dificulten la visión de los frescos de Carreño, Lucas Jordán y Francisco Ricci.
4. El cojo recorre el barrio; a veces se acerca a alguien y pide. Hoy lo veo en la esquina de Monteleón, moviendo un papel con la punta de la muleta; es, lo compruebo más tarde, un pedazo de un reportaje sobre Encelado, la luna blanca de Saturno. Después mira hacia arriba y empieza a llover.
Madrid, 23 de mayo.
— Jesús Gómez Gutiérrez
De las ocho a las once / La corriente