Pistols · 25 de diciembre de 2013
Temple dice que, visto ahora, todo lo de entonces parece de la época victoriana; todo menos ellos, que parecen no de hoy, sino del futuro, y que parecen saber lo que va a pasar. Los chicos de los que habla Temple, Julian, director, se largaron un día de diciembre de 1977 a Huddersfield (Inglaterra) para dar un concierto en solidaridad con los bomberos en huelga y sus familias, aunque después dieron dos: uno matinal para los niños y uno vespertino para los adultos. Estaban prohibidos en casi todo el país. Prohibidos, tal cual. ¿Prohibidos? Claro, ya no se prohiben esas cosas porque nada rompe las normas, nada rompe el muro, nadie burla las cuatro paredes, no se está por delante de los tiempos (no hay chicos como esos); pero en fin, los chicos fueron y tocaron para aquellos tipos que llevaban nueve semanas en huelga, 9, y dieron el 25 de su vida –veinticinco, dicen que navidad– a un montón de chavales. Y uno que se llamaba Vicious bailó Daddy Cool, de Boney M. (y Yes Sir, I Can Boogie según el Guardian). Y otro que se llamaba Rotten saltó a una tarta gigante. Y Temple, director del documental que lo cuenta (BBC), dice: «Joder, ya no hay bandas como ésa» (pues claro que no, future no future no future). Pero más bien diría (yo) que lo que Julian quiere decir es que, vistos ahora, todo lo de ahora parece salido de la época victoriana; que parece no ser de hoy, sino del pasado, y que ciertamente no sabe lo que va a pasar.Madrid, diciembre.
— Jesús Gómez Gutiérrez