Por qué se indulta a un banquero · 26 de noviembre de 2011

Así que el Consejo de Ministros del Gobierno de un Partido Socialista indulta a un banquero. Vaya. Y con toda la razón, la gente se indigna. Indultos para los condenados grandes en un país abarrotado de condenados pequeños con pocas o nulas posibilidades de recibir el mismo trato. Pero más interesante que el hecho, obvio, de cajón, estrictamente coherente con el espíritu del Reino, es el momento que se elige: en el penúltimo Consejo de Ministros, porque el que sigue al siguiente será de otra familia. Ya se lo resumió Don Vito a Bonasera: «Algún día acudiré a ti y tendrás que servirme».

Entre tanto, los líderes del PSOE buscan justificaciones para su debacle. No nos han entendido, protestan; no comprenden el sacrificio que hemos hecho por España. Unos culpan a cuatro millones de progresistas que «se quedaron en casa o votaron por la nihilización» porque el PP los manipuló (López Aguilar) y otros, a no haber defendido la labor del Gobierno «con más convicción, más artillería y más fuerza» (Ramón Jáuregui). Combinando el nihilismo de los unos y la artillería de los otros, se entiende que algunos de sus columnistas aplaudan el sometimiento de la democracia a la banca sin «el escapismo de intentar convocar un referéndum» y con la cortesía de no precipitarnos «directamente en el estado de excepción» (Pérez Royo).

Son las cosas de Ferraz. Nada de interés, salvo en lo que apunta a nuestros propios errores: Rafael Simancas, irremediablemente asociado a la burla de aquellas elecciones de Madrid que ganó la izquierda y que se repitieron porque no debía ganar, afirma que el escaso retroceso «en el porcentaje de voto válido» demuestra que los españoles vuelven al redil «tras unos meses de cuestionamiento del sistema» por parte del 15M. Irónico, ¿verdad? Votemos para cambiar el mundo, se dijo, y ahora viene el sistema y dice que el voto le pertenece y que los cambiados somos nosotros. Como escribió Clarín, «la reacción (...) barre a todos los liberales, pero sólo contamina a los posibilistas». Cuando lo entendamos, nadie se atreverá a indultar a un banquero.

Madrid, noviembre.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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