Comparando ladrones · 23 de noviembre de 2011

En noviembre del año 2000, cientos de estudiantes de Economía de universidades francesas hicieron público un manifiesto contra la enseñanza que recibían en las facultades; denunciaban que el rigor científico había desaparecido ante el «uso descontrolado de las matemáticas» y «los mundos imaginarios» de la teoría neoclásica, es decir, neoliberal. En alguna parte se llegaba a definir el problema como «la economía de Robinson Crusoe», porque básicamente evita el contraste con cualquier elemento de la realidad que no encaje en dicha teoría y con cualquier enfoque económico que la ponga en duda.

Once años después, un grupo de alumnos de Harvard se han retirado en bloque de la Cátedra de Introducción a la Economía que imparte Gregory Mankiw, ex asesor de George W. Bush. Protestan exactamente por lo mismo que sus antiguos compañeros franceses. Al igual que ellos, denuncian que la Universidad no imparte ciencias económicas, sino una «ideología profundamente neoliberal y conservadora» que se presenta como la verdad revelada y que «contribuye al aumento de la desigualdad social en Estados Unidos». Pero por sí misma, la protesta de los alumnos de Harvard sólo sería una más y desde luego tardía en comparación con todas las que se han llevado a cabo en Europa desde el año 2000.

¿Qué tiene entonces de particular? Que son alumnos de la elíte del gigante americano. No hijos de trabajadores, ni de esa clase media progresista en las formas y liberal en lo económico que era la base de la socialdemocracia y que, por lógica de sus privilegios, se ha ido pasando a la derecha. Son la élite del principal culpable de la situación que sufrimos. «Los licenciados de Harvard desempeñan un papel fundamental en las instituciones financieras y en el desarrollo de las políticas públicas en todo el mundo –escriben en su carta a Gregory Mankiw-. Si Harvard fracasa a la hora de preparar a sus alumnos con conocimientos extensos y críticos de la economía, sus actos serán susceptibles de dañar el sistema financiero global. Los últimos cinco años de confusión económica han sido prueba suficiente de ello.»

Estoy seguro de que en España tenemos alumnos de Economía capaces de rebelarse contra el esoterismo aplicado al hurto que algunos les enseñan, pero dudo que tengamos uno solo en nuestra élite que no sea un ladrón en ciernes o un imbécil de los que se llenan los bolsillos por repetir mantras. Mientras los ladrones futuros de EE.UU. protestan contra el vaciamiento cultural de la Universidad, los nuestros se burlan de la Universidad y de la cultura; mientras los ladrones futuros de EE.UU empiezan a reaccionar contra la «economía autista», los nuestros crucifican a Keynes por rojo. Es lo que hay. Aquí no tuvimos revolución. Aquí destrozaron el único intento de modernizar el país, la II República, y nos impusieron una dictadura que inventó una monarquía donde hasta miembros de la Casa Real abrazan el arte del desfalco.

Madrid, noviembre.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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