¿Qué vamos a hacer? · 17 de mayo de 2013

Revuelo matinal en las redes. ¿Se ha liberado a Blesa? Resulta que no, que debe pagar 2,5 millones para salir, y el revuelo se apaga hasta que los paga. Pero, ¿qué son un par de millones para un banquero? Mucho menos que cinco mil euros para un trabajador normal, quien normalmente seguiría en la cárcel hasta el día del juicio. Más del 20% de la población reclusa española está exactamente así, en el limbo de la prisión preventiva. Alrededor de quince mil personas; casi todas, pobres. Y todavía hay quien cree que este Derecho de Estado es Estado de Derecho. ¿Lo seguirán creyendo cuando el banquero quede libre, con o sin condena? Faltaría más. Hay verdades que no se quieren saber.

Mientras Blesa ascendía a titular, la policía aplicaba las órdenes que recibe. Cerco a los ciudadanos de Lavapiés: detenciones, golpes, identificaciones. Cerco a los manifestantes de Alonso Martínez: detenciones, golpes, identificaciones. En una imagen, un policía parece querer endosar una navaja a su víctima, que tiene la cara llena de sangre. ¿Será un efecto óptico? Sea lo que sea, está en la misma narración de otra navaja: la del policía italiano que finge una agresión en Díaz: No limpiéis esta sangre, el testimonio cinematográfico sobre la feroz y nunca castigada represión policial que sufrieron docenas de personas en Génova. Como bien dice su director, Daniele Vicari, el poder «ha descubierto que la democracia no era necesaria». ¿Cuándo se van a enterar los defensores políticos y sindicales del Derecho de Estado? Nunca. Salvo que un día torturen a sus hijos o los muelan a palos a ellos, naturalmente.

Por el lado menos ingenuo de las redes, llega la noticia de que la Audiencia Nacional ha ordenado la prisión sin fianza de los cinco anarquistas detenidos en el Ateneo Libertario de Sabadell, a los que acusa de pertenencia a banda armada y enaltecimiento del terrorismo. En Italia, la policía aliñó la realidad con un par de cócteles molotov de ficción propia. ¿Cómo se aliña la realidad en España? Nosotros ya lo sabemos, y no somos pocos. Lo cual nos lleva a otra pregunta: ¿Qué vamos a hacer?

Madrid, mayo.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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