Buenos días, Sísifo · 2 de junio de 2008

El año pasado, antes de que Cristina Fernández ganara las elecciones presidenciales en Argentina, corría el rumor de que su esposo se dedicaría nada más y nada menos que a crear una organización nueva de izquierda democrática. Conseguido el triunfo de la primera, Néstor Kirchner anunció su verdadero propósito; que por supuesto, consistía en reconstruir y fortalecer el viejo movimiento nacional, el Partido Justicialista.

Todas las mañanas, consciente o no, despierta o semidormida, Argentina saluda a Sísifo en el espejo. Si fuera por la economía, estaría en el mismo caso de otros grandes del continente: el de un país rico cuya dirigencia se las arregla muy bien en el trabajo de alimentar la pobreza. Pero no es por eso, sino por la cultura. En concreto, por una cultura política que la mantiene atada a un cadáver, el de Juan Domingo Perón, del que no ha sabido liberarse. Y todas las mañanas vuelve al mismo punto, comete los mismos errores y anuncia quiebras futuras.

Hay quien cree, como los integrantes del «centroizquierda K», que los cadáveres se pueden cambiar y que además se pueden cambiar desde dentro y desde una perspectiva progresista. Es una teoría interesante, digna de psiquiátrico, pero será mejor que los demás dejen las bromas y recuperen el espacio de la socialdemocracia. Porque sin UCR y con un PS que no levanta cabeza, sólo cabe el peor todavía.



Aparecido originalmente en el diario Público, de España.
Madrid, 31 de mayo.


— Jesús Gómez Gutiérrez


Si les gusta lo que leen


/