Redes sociales · 25 de septiembre de 2008

1. No me interesan los debates sobre redes sociales en Internet. Sin embargo, el objeto de esa palabrería en particular, con la que algunos ganan dineros y fama (muy respetable), es en cualquier caso una aventura y un lugar seguro para encontrar enigmas: la comunicación. Qué dice, cómo, cuándo, un mono a otro mono. Por qué medios, con qué diferencias cuando no están solos sino en grupo. ¿Dicen más de lo que dicen? Qué esperan, qué buscan. Hasta dónde llega su conciencia de lo que buscan. Y a veces, si se tercia, a qué sabrán una vez desollados.

2. Dice Stephen Hawking, de visita por España, que el futuro de la humanidad está en el espacio. Lo comparto, pero me atrevo a puntualizar: también el presente. Aunque mañana tuviéramos los mecanismos para controlar el desorden que ha creado la crisis ecológica, necesitamos más economía de la que tenemos para poder financiar, precisamente, el orden. Seguir por este camino es un suicidio; retroceder a los bloques, asesinato selectivo y suicidio. Hay que derivar el interés hacia ámbitos que desarrollen la tecnología necesaria. Y qué mejor campo para puentear las naciones y sus redes que un campo abierto donde ninguna tiene, todavía, jurisdicción. Ulises no volverá a Penélope sin pasar por Calipso. Es la condición humana.

3. X tiene corazón, pero de espejos; trabaja mucho, escucha poco, de vez en cuando escribe y saluda. Y sería X si Y no fuera mujer; trabaja mucho, escucha menos, de vez en cuando escribe y saluda. Z es Y en joven, pero con la sensibilidad de X, lo cual la deprime por debilidad estructural; trabaja mucho, se escucha mucho, de vez en cuando escribe y saluda. No quieren hablarse solos, y a eso lo llaman amistad. Así que J, que los aprecia sinceramente, los quiere como si fueran plantas. Agua, luz, palabras, balcón. Y luego se va a la calle.

Madrid, 25 de septiembre


— Jesús Gómez Gutiérrez


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