Venus jugando · 16 de octubre de 2008

Es otro círculo cerrado; o abierto, nunca se sabe. Empezó el tres de octubre, cuando encontré una tarjeta de la Venus de Urbino, también conocida como La Venus del perrito, en el diccionario politécnico. No sé cuando llevé la dama de Tiziano a esas páginas, pero un antojo de la memoria decidió que Arthur Fidelman, protagonista de una serie de relatos cortos de Bernard Malamud (1914-1986), saliera de mis catacumbas personales y provocara la apetencia de volver a él, es decir, un imposible: Pictures of Fieldman es uno de esos libros que presté alguna vez y no me devolvieron.

En defensa de mis asociaciones y beneficio de quienes desconozcan o malrecuerden al escritor estadounidense, diré que lo de Fidelman no fue totalmente caprichoso. El personaje, un pintor del Bronx, viaja a Italia para hacer un estudio de Giotto y se mete en un sinfín de problemas; trafica, putanea, intenta esculpir el agujero perfecto y en una de tantas copia, ya hemos llegado, la Venus de Urbino. Creo recordar que me gustó. Leí el relato hace tanto tiempo, en una pradera de la Complutense esperando a P. o frente a las dunas de Doñana discutiendo con H. que dejé de pensar en eso, me pregunté qué tal andaría la sigla rubia, P de Paula (hoy doy nombres) y devolví a la diosa a la página 780, en cuya primera entrada se lee: In way of the joint, es decir.

Ayer, 15 de octubre, dejé el teclado un momento y me puse a hojear las revistas que C., ex atentísima, me regala porque sabe de mis pasiones; en este caso, la fotografía publicitaria. Y fue un descubrimiento. En el tercer o cuarto montón de relojes, camisas, botas, deportivos, más relojes, chaquetas, trajes y colonias que mi presupuesto no puede ni oler aparecía una reproducción de la portada del Playboy de agosto de 1963: Nancy Perry, fotografíada por el legendario Stan Malinowski, quien antes de inmortalizar la moda y sobre todo a las supermodelos de las décadas de 1970 y 1980, estuvo en Penthouse y en la niña bonita de Hugh Hefner. Naturalmente, alcancé las tijeras, recorté la página y la dejé en el atril. Una solución barata, pero cercana a mis ojos.

He pasado media noche con esa fotografía como acompañante. Teclado, mirar, teclado, mirar y de repente me fijo en el pie de la portada. Entre las referencias a Paul Getty y Herbert Gold y el anuncio de que «Shel Silverstein visita un campamento nudista», la sorpresa de Bernard Malamud me ha llevado a investigar qué relato publicó en esa edición. Tenía que ser ése y lo ha sido; Naked Nude, donde Fieldman copia a Tiziano. Estoy por jurar que Venus, vestida esta vez y echada en un coche, agita su pañuelo por mí.

Madrid, 16 de octubre.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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