De Medicina a Moncloa · 28 de febrero de 2011

2. La enfermera de bata azul claro se cruza con otra enfermera de bata azul claro. «¿No estabas en el quirófano?» «Sí, pero me ha largado a por un bisturí del doce.» Pregunta: «¿En serio?» Respuesta: mirada maliciosa y encogimiento de hombros. «Menudo troyano», acusa la interrogadora. Después, las dos ríen y se alejan con paso marcial.
3. El destello blanco y plateado es del sol, que se refleja en el aluminio de Los portadores de la antorcha, el grupo escultórico de Anna Hyatt Huntington. Simboliza la transmisión de la cultura a lo largo de la historia, aunque el texto de la placa no parece apelar precisamente a transmisiones culturales: algo de un hombre arrebatado, algo de una mujer arrebatada, algo de arenas candentes y algo sublime con Dios de mirón. A sus pies, una de las muchas parejas que estudian anatomía me recuerdan el sarcasmo de Karl Kraus, autor de una antorcha distinta (Die Fackel, 1899-1936): «Si el amor sólo sirve para procrear, aprender sólo sirve para la docencia. Ésta es la doble justificación teleológica de la existencia de los profesores».
4. A medida que se asciende por el Camino del Tranvía, la población de estudiantes aumenta. Casi ninguno frente a Navales, algunos frente al Museo de América, montones junto al Pabellón de Gobierno y una legión en Isaac Peral, yendo y viniendo pero yendo y viniendo alrededor de los bares. Pocas cosas hacen más Madrid y más tradición cultural, en el mejor de los sentidos, que la caza y captura de otra cerveza. El invierno ayuda, es obvio, porque se ha disfrazado de verano; pero se equivoca quien crea que sólo están en eso: el mundo se entiende y se reinventa aquí todos los días, mientras otros, muy serios, lo desentienden y pudren.
Madrid, febrero.
— Jesús Gómez Gutiérrez