31 · 31 de diciembre de 2007

1. Con Berna, hace unos días: Deseo, peligro, de Ang Lee. En general, dos horas cuarenta y cinco minutos de película se parecen bastante a mi idea del infierno; pero funciona razonablemente bien, con momentos brillantes. Esta semana, cuando me libre de un par de asuntos, veré cómo le ha ido a Will Smith en Soy leyenda, la vieja historia de Matheson. Competir con Vincent Price (1964) y Charlton Heston (1971) no es poco.

2. El Museo Municipal (antiguo Hospicio), tiene un imitador interesante desde hace semanas: varios lienzos enormes que cubren su fachada principal, puerta barroca incluida, con una representación fotográfica exacta de la fachada principal, puerta barroca incluida. Cierto, hay añadidos: los árboles. Pero viene a ser como si en una representación de mí, que me cubriera por completo, estuvieran las gafas de sol que me levantó la coeditora hace unos días. Otro yo. Un ex yo. Yo. A ver cómo queda la obra.

3. Manifestación de la Iglesia al final de los bulevares. No al divorcio, al aborto, a la homosexualidad, a la palabra escrita, etcétera. El gobierno de Zapatero debería ir olvidando su hiperbobalicona —y sumamente hipócrita— «alianza de civilizaciones» y empezar a defender el laicismo aquí y en Arabia Saudita. A fin de cuentas la política internacional empieza en casa. Por el Vaticano, por ejemplo, que es Estado extranjero.

4. A finales del siglo XX, cuando no te sacaban un ojo por pedirte una cerveza, la Nochevieja era un momento tan bueno como otro cualquiera para salir y practicar un tema de Meyers interpretado maravillosamente por Joe Jackson en Jumpin Jive (1981): What’s the Use of Getting Sober. Ahora no hay ni para pipas, ergo toca casa, cena con humanos y luego ya se verá. De momento, feliz año. Y un poco de política real: Monkey to Man.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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