Que aproveche · 27 de junio de 2012

1. El día 11 de julio, cuando la marcha negra llegue a Madrid, importará poco que las autoridades acentúen el estado de excepción o que nuestro clima se ensañe y derrita las suelas; la ciudad saldrá a recibir a los mineros y, durante unas horas, volverá a ser. Pero todos sabemos que en esto hay algo más que un ejercicio de solidaridad. Madrid, como el resto de España, se vuelca con los mineros porque recogen la bandera de la desobediencia civil y nos devuelven la esperanza con su ejemplo. El 15M está a tiempo de aprender la lección.

2. Cualquier gran ciudad es muchas ciudades. No se distinguen sólo por barrios, sino también por tiempos y ocupaciones: la nocturna, la que madruga, la vespertina, la que nunca pisa la calle, la que vive en la calle, etcétera. Con la ciudad subterránea ocurre lo mismo, aunque huelga decir que el Metro tiene menos variaciones por clase social. El Metro es del trabajo y del desempleo; una necesidad en la que coinciden todas las ciudades que merecen la pena y casi todos sus tiempos. Ahora pretenden que cierre antes. A la mierda los pobres. Pondrán a caminar a la ciudad subterránea y una de estas noches, como es lógico, la ciudad subterránea los degollará en sus clubs.

3. No es que la gente haya desarrollado un vicio súbito por los libros de famosos malescritos por famosos o por negros que, por supuesto, conocen mejor el oficio; se agolpan ante los grandes escaparates de la Gran Vía porque están en la acera de la sombra y son las cuatro, junio, en fin. Al pasar por delante, les echo un ojo. Más que una librería, parece un mercado con productos en descomposición. Novelas como lenguados putrefactos, ensayos infestados de gorgojos y relatos con abrigos de moscardas. Es la literatura del sistema. Que aproveche.

Madrid, junio.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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