La segunda muerte de la Complutense · 5 de octubre de 2012

La mañana empieza como siempre, con noticias viejas. A simple vista, durante el primer trago de café, destacan el aumento de la malnutrición infantil en España y la inminente aplicación del artículo 9 del Real Decreto 20/2012, por el que los empleados públicos que enfermen dejarán de percibir el 50% de su salario durante los tres primeros días y el 25% hasta el vigésimo. Como dice Juan Luis Cebrián al presentar otro expediente de regulación de empleo en el diario El País, «no podemos seguir viviendo tan bien».

Pero, entre todas las noticias de hoy, me quedo con un comunicado de los estudiantes de la Universidad Complutense de Madrid, que resumo: El personal de limpieza ha dejado de percibir la nómina; se ha cortado el suministro de gas en Veterinaria y los colegios mayores; deuda de 150 millones de euros por los recortes de presupuesto; posible impago en noviembre y diciembre a investigadores y personal universitario; amenaza de volver a subir las tasas; posible cierre de algunas facultades y posible privatización de otras que el rector, José Carrillo, explica con un ejemplo «para que se me entienda: traspaso de la facultad de Medicina a la universidad privada Alfonso X».

La Complutense murió por primera vez a manos de Franco y muere por segunda a manos de la monarquía impuesta por Franco. Casi se pueden oír las carcajadas tristes del hombre que le dio el alma, Juan Negrín, entonces secretario de la Junta Constructora. En 1939, unos socialistas que creían poder pactar con el fascismo traicionaron a la República y a su propio presidente; en 1975, unos socialistas con prisa por tocar poder pactaron con el fascismo y lo dejaron vivo. La Ciudad Universitaria, metáfora de la ciencia y la cultura, es el cierre de un círculo vicioso donde los Cebrián, metáfora de la transición, se llevan el dinero: 13 millones de euros en el año 2011.

Madrid, octubre.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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