A falta de un Bailén · 12 de mayo de 2013

1. La mano rosa quiere un pacto; la mano azul no lo quiere. Las dos creen que se ha tocado fondo en el sentido de que queda poco país por destruir, y como sueñan calderilla para pipas y caramelos, una busca sitio en la fiesta y la otra, que toda la fiesta sea suya. Qué sabrán para estar tan seguros. O qué no quieren ver. Y en éstas que llega el medio anglosajón de costumbre y publica «España es oficialmente insolvente» con ocho partes de mala uva y dos de verdad, como el martini dry más clásico. A veces, la gente se fija tanto en el bonapartismo de la UE que olvida el imperialismo antiguo de la City y Wall Street.

2. En el corazón del imperio continental, Merkel espera nuevos sacrificios de Italia, Grecia, España y, atención, Francia. A Italia le exige «más margen de maniobra para la liberación [sic] del mercado laboral»; al resto, más reformas para «superar la rigidez» de ese mismo mercado. El nacionalismo alemán tensará la cuerda hasta el último segundo, convencido de que no se va a romper y de que, en el proceso, habrá hecho un buen negocio. Hasta ahora, los hechos le han dado la razón. Las élites de los países subalternos se pelean por ofrecerle pactos de Estado; en otra época, habrían ofrecido a sus vástagos en matrimonio. A falta de un Bailén que se les atragante, todo es familia.

3. Muchos hablan del aniversario. La prensa que ninguneó el 15M; la prensa que dudó primero y se sumó después; los que han visto libros con posibilidades de venta; los carroñeros de entrañas y huesos y los arribistas que adoptan las formas de lo que se mueve. Pero también hay un aniversario limpio, el de la mayoría; que unos celebrarán y otros, no. Yo estoy entre los últimos. Conozco a bastantes que lo están. Y me reitero en lo dicho: «Los movimientos no se destruyen por la crítica, sino por el halago».

Madrid, mayo.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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