Clima · 2 de junio de 2015

¿Cuántas son? ¿Doce? ¿Catorce? Es lo primero que supe al volver a casa y, ahora, varias horas después, lo devuelvo escrito: Catorce personas detenidas en un desahucio, el de #Carmensequeda, en Tetuán.

¿Gajes de la desobediencia? No, gajes del régimen.

Eso hay que tenerlo claro; y esto:

La comisaría de donde salen las catorce a lo largo de la tarde es lo mismo que los antidisturbios con ametralladoras que acechan qué, nada, al sol de la glorieta de Bilbao.

Las detenciones de activistas y simples manifestantes son lo mismo que el helicóptero que busca qué, nada, en la madrugada de Tirso.

Las escuchas, vigilancias, seguimientos y fichas policiales al margen de la propia ley son lo mismo que los asaltos arbitrarios a ciudadanos que van tranquilamente de un sitio a otro, hoy, por ejemplo, mientras las catorce viajaban hacia las celdas: alguien enseña una placa, alguien ordena abrir una mochila y descubre qué, nada, el trabajo de su dueño, un libro.

Lo sé porque la mochila es mía.

Pregunta: ¿Cómo se crea un clima de temor? Para destruir los movimientos sociales, para que no crezca base, para que no se encuentre el rastro perdido en el 39, para que no se rompa la estructura de los partidos que sostienen la monarquía.

Y, sobre todo, para que nadie se atreva ni a respirar.


Madrid, junio.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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