Asesores · 19 de febrero de 2009

Tengo en gran respeto al gremio de los asesores, subespecie que abunda en la política y tanto más en aquélla que, por carencia de mimbres, no tiene más opción que buscar, elegir y comprar en su caso. En consecuencia, me parece perfectamente lógico que en Venezuela, Bolivia y Ecuador echaran mano de profesores de aquí para redactar sus constituciones. Si yo tuviera que redactar una Constitución, también pediría ayuda. Pero ayuda más preocupada por el Derecho que por experimentar con medicamentos que se han demostrado inútiles, contraproducentes o tóxicos.

La gente, que no suele estar informada de estas cosas, tiende a reaccionar con pasiones o bostezos ante determinado tipo de discurso que procede de allende Europa. No sé en qué medida cambiaría su reacción si fueran conscientes de que, con frecuencia, cuando un tipejo de aquí nos recomienda imitar lo de allá (comuniones con la naturaleza, sabidurías ancestrales, otras formas de vida y el resto de las biblias hippie y nazi), lo que realmente hace el tipejo es citarse a sí mismo; concretamente, lo que ha escrito a cambio de un sueldo o, tratándose de idealistas, que también los hay, por simple y pura buena voluntad. ¿Quién le dijo la primera vez a un centroamericano medio, mestizo, que se declarara indígena cuando llegaran los turistas o una ONG? Eso no salió de la mitología maya ni, generalmente, de la menopea criolla. ¿Quién ha vendido la nación multinacional, las autodeterminaciones hasta para limpiarse la nariz y los multiculturalismos a un país tan desestructurado como Bolivia? Los que, como decía hace poco, llaman a un fontanero cuando se rompe un grifo en su casa y recomiendan un antropólogo si el grifo está en América.

Es evidente que la responsabilidad final recae en los gobiernos de los países y no en los asesores, tanto si son de ayuda como si no. Hablamos de naciones independientes desde hace doscientos años y cuya dirigencia está en posesión plena, teóricamente al menos, de sus facultades mentales. Sólo me pregunto qué habría sido de España si el PSOE de la década de 1970 no hubiera pedido consejo al SPD alemán sino a un seguidor de Lacan; si nuestro modelo parlamentario se hubiera sacado de un tenderete de Arabia Saudita o hubiéramos comprado el Código Penal a un sacerdote mormón de Estados Unidos.

Madrid, 19 de febrero.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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