Cuando acaben de babear · 2 de abril de 2013

Sigan así, por favor; quejándose cada día de que no pasa nada y aupando cada día a los encargados de que no pase nada. Quizás no se han dado cuenta, pero esto es serio. Si se molestaran en pensar con lo que tienen bajo el cráneo, verían que han subido a unos cajones a un montón de apagafuegos cuyas voces críticas dicen: manteneos en el redil; respetad las instituciones; sed una revolución de palabras sin actos. Y luego se extrañan de que el país no estalle.

Vuelve abril y España es un desierto. A día de hoy, nuestra mayor esperanza es que pase algo en otra esquina de Europa y el temblor nos llegue. Han sido años de movilizaciones derivadas hacia la obediencia por la prensa supuestamente progresista. Menudo grupo. Todos los hijos de y todos los dispuestos a tragar. Siempre que la rabia se desborda y empieza a tener ideas, empujan las ideas y la rabia hacia un flan con nata. Por lo visto, ustedes creen que el problema de España es simplemente económico; no saben, porque no les interesa, que ningún banco del país está más podrido que el periodismo y la cultura.

Cuando acaben de babear, pregúntense cómo es posible que aquí no tengamos ni un atisbo de rebeldía. Pregúntenselo bien. Busquen el cortocircuito, el cable derivado, el que no va a ninguna parte. Y después, si les queda la inteligencia necesaria para comprender lo que han hecho, acérquense a la pared más cercana y péguense un buen cabezazo. Se lo merecen, no lo duden.

Madrid, abril.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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