Pero la gente importa · 21 de mayo de 2013

Si la gente importa, la prensa debería llevar la historia de los 5 de Barcelona en portada y seguir con ella hasta descubrir lo que, al parecer, le interesa: la verdad. Entonces, ¿dónde está su historia? Donde siempre, en ningún sitio. Así se llenan las comisarías y los juzgados del país, con los periódicos progresistas regodeándose en la corrupción y quejándose de que no pasa nada cuando es evidente que no puede pasar nada, porque ellos son los primeros en reventar cualquier intento de que pase. Creen en el sistema y no ven pozos, sino descosidos. Y como ningún descosido se puede tragar a Yolanda, Juan, Silvia, José y Xabier, Yolanda, Juan, Silvia, José y Xabier tienen dos opciones: no existir o ser una excepción.

De momento, no existen; en la prensa progresista, por supuesto, porque la otra ya los ha juzgado y condenado en auto de fe. Ni siquiera sacan punta al esperpento de que el viejo Tribunal de Orden Público los enviara sin fianza a la misma cárcel de la que ese mismo día salía un banquero, con fianza de dos palabras distintas y resumen de una sola, confianza, de la Justicia en quien la puede comprar. Son cinco ciudadanos incómodos. No valen para otro manifiesto sobre la unidad de la izquierda rosada. No encajan en la belleza de los movimientos sociales dedicados a la caza de nubes. No están limpios de la violencia verbal que tanto preocupa desde la violencia estructural y sistemática de los integrados. No son buen material político. Pero la gente importa.

Madrid, mayo.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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