Amor de valla · 19 de junio de 2014

    Una valla al sol, una valla al sol, una valla al sol y así
    valla al sol con la rojigualda nueva
    todo el recorrido.
    Hay que ser muy valla para ser una valla.
    Las cosas que se tienen que aguantar.
    Pero hoy, jueves, ni te cases ni te embárqüeves, llega el momento
    del reconocimiento:
    «Miles de personas esperan la llegada de los reyes». Y lo dice la televisión.
    Impasible el ademán, férreas sin duda —y de naturaleza—
    las vallas se vuelven personas
    porque son más seguras que las personas
    y además
    véalo, siéntalo, nótelo quien apoya las manitas sacando culo
    hay muchas más vallas que personas.
    Me alegro por vosotras, rectísimas al paso del Phantom IV de Philip VI.
    Ni un barrote desleal. Ni una curva imperfecta.
    Con liguero, seríais inmejorables.


    Madrid, junio.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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