Los que ganan y los que pierden · 21 de mayo de 2008

Viendo el tira y afloja de Bolivia, se me ocurre una forma rápida de mejorar el mundo: coger a determinados asesores, encerrarlos en un sótano razonablemente iluminado y obligarlos a repetir el ciclo de enseñanza primaria. Porque detrás de un mal político, casi siempre hay un asesor nefasto. Que al final del juego, cuando ha estropeado todo lo estropeable, se marcha con la asesoría a otra parte y ni siquiera se somete a sus propias ideas.

La figura del referéndum revocatorio es una de esas ideas. Inútil en sistemas avanzados, donde el control de los parlamentos, la pluralidad de las representaciones y el propio espíritu de la ley se bastan para ofrecer soluciones; contraproducente y tramposa en sistemas rígidos, como los latinoamericanos, donde el presidencialismo nos recuerda que hay muchas formas de monarquía. No soluciona ningún problema de fondo. No complementa las consultas electorales. Es una simple y carísima forma de medir la fuerza o debilidad del oponente.

Cabe suponer que el conservador Poder Democrático y Social (alias Podemos) no habría impulsado el famoso referéndum si no creyera que juega a su favor; lo cual es igualmente cierto para el gobierno de Evo Morales, encantado de salir al quite. Pero el concepto de ganar y perder tiene varias acepciones. Ésta, por ejemplo: ganan ellos, pierde el país. Bolivia no necesita concursos para ver quién la tiene más grande. Sobre todo, porque ya lo saben.



Aparecido originalmente en el diario Público, de España.
Madrid, 17 de mayo del 2008.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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