Menos lobos · 24 de mayo de 2013

    Comprendo la decepción, pero no la comparto.
    Se lucha porque se debe y, sobre todo, porque se siente;
    no porque se pueda ganar
    ni sólo en momentos concretos y circunstancias determinadas
    ni sólo cuando la gran caterva del río empuja en esa misma dirección.
    Se lucha porque se vive y por el camino se elige
    por qué se lucha y a favor de quién,
    pero hay que aguzar la vista,
    estar atento,
    para no confundirse de quién y de por qué
    y terminar por llamar decepción
    a la necesidad de gafas.

    Madrid, mayo.