Lo justo · 1 de agosto de 2013
- No es decepcionante; es devastador.
Y no quita las ganas; las arranca.
Por eso doy un paso atrás y me observo y observo un paso atrás,
para que la decepción no me toque o no me marque
y no tenga menos ganas en el día habitual del silencio
que en el día excepcional de los abrazos.
Cuanto más tiempo pasa, más parece que consigo.
A veces, hasta creo que ya no importa y organizo un picnic.
Pero importa,
no por quien pasa de largo, flagrante mayoría
de gente que toma y huye,
ni por ti, de quién apenas esperaba un saludo entre poetas.
Importa por los caminos que va cerrando esa actitud,
siempre determinantes cuando se lucha solo.
Y al final, el final.
Con tu necesidad y tu humor.
Por eso me aparto y observo lo justo
para no ahogarme con lo todo que sé
las palabras perdidas
la historia oculta
y mantener la voz, la rabia, el enfoque.
Si eso sirve, me parece bien. Si no sirve, qué me estáis contando.
Yo pongo lo mío.
Madrid, agosto.
— Jesús Gómez Gutiérrez