Bonita mañana · 20 de agosto de 2013
- Buenos días.
Hoy no estaré en los medios ni publicaré un libro.
Lo de los medios me encanta.
Digo, por si alguien lo duda.
A las diez menos diez, tengo cita con el médico (un catarro).
Por el camino de vuelta, me fumaré un cigarrillo y me tomaré un café.
Ahora estoy en la ducha, pensando esto.
Cuando termine el café, volveré a la casa que es mi oficina.
Cogeré una novela en otro idioma y la arrastraré al castellano.
Seré personajes, estilos, trampas y, hasta cierto punto, el propio autor.
Si yo dijera cuántos autores he sido.
Viva la invisibilidad.
Y salgo de la ducha. ¿Zapatillas o botas? Mejor botas.
En los ratos libres, escribiré.
Hay que tener cuidado para escribir cuando nadas en otros.
Afortunadamente, ya son tantos otros que tienen estadio aparte.
Me hice dos: el invisible de otros y el invisible de mí.
Bonita mañana.
Puede que no tenga sentido.
Creo que no tiene sentido.
Y haré un esfuerzo por olvidar a mi activista.
El chico de barrio que dice «sigue, qué importa».
Pero qué tengo yo qué decir. El médico quiere análisis.
Vaya, agujas.
Será como hoy, pero a las ocho y media.
Me acuerdo de la enfermera del hospital que me acribilló.
Le conté un cuento y dejó de sudar.
Ya estoy de vuelta.
Me leo el Manolo de Ramón de la Cruz con Valle-Inclán en la faca.
Causa, faca. Causa, faca.
Buenos días.
Madrid, agosto.
— Jesús Gómez Gutiérrez