Nota · 23 de diciembre de 2008
Va quedando menos para el cierre de España, 1936-1939, especial que explica por sí mismo, y justifica también, los tres últimos años de La Insignia. Nos habría gustado que el resultado fuera más exhaustivo y sobre todo más plural en las opiniones de los protagonistas; en este sentido, lamentamos especialmente la ausencia de Enrique Líster y de Julián Zugazagoitia, autor de uno de los mejores libros al respecto (Guerra y vicisitudes de los españoles). Por desgracia, las gestiones para conseguir los textos chocaron siempre con algo peor que la palabra descatalogado, vicio ya preocupante de las editoriales de nuestro país: la falta de interés, o incluso la enemistad abierta de quienes prefieren que no se haga nada si no lo hacen, para cobrar los réditos pertinentes, ellos.
Hoy, 23 de diciembre, empieza la ultima parte de nuestro especial. Como de costumbre, sólo son pinceladas básicas que pretenden despertar la curiosidad del lector, descubrir algo a los peor informados e instarlos a buscar las explicaciones de la época en sus fuentes originales, que en el caso de la Guerra Civil española son abrumadoras por cantidad e interés. Pero me gustaría recomendaros un texto en concreto que no encaja exactamente en los hechos tratados en esta edición. Me refiero a La luz de Occidente, de Juan Negrín, hombre clave en la historia de España. Es un discurso al Gobierno y a la opinión pública de Estados Unidos. Palabras que como tantas otras del presidente del Consejo de Ministros, uno de los pocos que supo entender las implicaciones y el significado internacional de nuestra guerra, cayeron en saco roto.
Madrid, 23 de diciembre.
— Jesús Gómez Gutiérrez
Salud, musas (vale, ménade) / Definición de sorpresa