Exclusiva · 9 de enero de 2014

Hola. Hoy el viento sopla del nornoroeste, aunque al perderse por las callejuelas del centro, puede soplar de otro lado, del contrario y del de más allá. Esto no significa que su régimen cambie; sólo significa lo que ya he dicho. También sé de calles donde no sopla: obvio. Y puestos a elegir, me inclino por las que ejercen de malecones zanja en la distribución de la ciudad, con vientos que las azotan por todas partes, dejándolas perdidas de residuos que a mí, humoradas mías, me parecen espuma vieja.

Sopla, Anemoi de enero. Dale fuerte y arrastra, bate, absorbe, empuja, apila, sube faldas, pule, tumba carteles, dispersa, rasga toldos. Hola. Cuando no hay, sólo hay que acercarse a una boca precisa del gran acantilado y esperar un tris, tras; no es lo mismo que el viento de hoy, pero es viento y es seguro. O casi seguro. Nada es completamente seguro: obvio. Y ahora me calzo las botas y termino, porque me van a cerrar si insisto con la exclusiva del día y luego no habrá nada que comer. Tampoco es que tenga mucha hambre. Se me quita con cosas que no son de este régimen, creo.


Madrid, enero.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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