Cuentos chinos · 23 de diciembre de 2007

«Para las élites latinoamericanas, el mundo siempre ha sido un lugar del que se viene o al que se va de vacaciones; un destino turístico del que América formaría parte en calidad de isla remota, no de continente. Tal vez convendría, ahora que nos acercamos a los primeros bicentenarios de las independencias, que las comisiones organizativas dedicaran algún espacio al factor más destacado de estos dos siglos, el provincianismo.

»Todos hemos oído la cantilena de que el subdesarrollo de América Latina se debía a la intervención de Estados Unidos. Varias docenas a lo largo del siglo XX, con hechos tan execrables como el golpe contra Allende y el Plan Cóndor, que hoy merece nuevos juicios en Argentina y Uruguay. Pero las intervenciones son constante universal de la política. Nadie ha sufrido más guerras, golpes e invasiones que Europa y Asia en el mismo periodo, ni ha puesto tantos muertos.

»La diferencia no está ahí. Eso sólo demuestra que creerse provincia, o querer serlo, es una equivocación grave. En más de un sentido, el reto latinoamericano consiste en superar ese defecto: hacia dentro, con la destrucción del mito de la excepcionalidad y la creación de Estados que aseguren el bienestar de sus ciudadanos; hacia fuera, con el mantenimiento de una voz propia y, por tanto, con algo que aún brilla por su ausencia entre el caudillaje, la asunción de responsabilidades. Lo demás son cuentos chinos.»



Texto perteneciente a la columna América, del diario Público.
España, 22 de diciembre del 2007.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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