Alerta · 12 de junio de 2011

Eran los años de la famosa pinza, inventada por los medios de comunicación del PSOE para parar los pies a IU, que por aquel entonces se había transformado en una organización capaz de luchar por la hegemonía de la izquierda. El País, la cadena SER y los demás cargaban día tras día contra la coalición y hacían lo posible por conseguir la ruptura que al final obtuvieron. Cualquiera que hubiera echado un vistazo al diario de sesiones del Parlamento, cualquiera que hubiera comprobado quién votaba con quién, habría descubierto que sólo existía una pinza: la de los socialistas, el PP y las derechas nacionalistas contra todo intento de transformar el sistema. Los hechos estaban y siguen estando ahí; sólo hay que tomarse la molestia de interesarse por ellos.

Quince años más tarde, El País y la SER retoman su campaña contra la coalición, aunque será breve. IU ya no está en condiciones de ser una amenaza; es un proyecto fracasado y lo es por sus propios defectos. Pero eso no le resta interés. Que IU deja no se cuántas localidades en manos del PP, se dice; como si fuera la norma y no la excepción. Que es una vergüenza, se dice; como si el PSOE no hubiera tenido nada que ver en el fracaso de las negociaciones. Que es inadmisible, se dice; pero ninguno de ustedes llegará a ver la lista de localidades que el PSOE deja en manos de las distintas derechas españolas: sería tan inconveniente como la lista de leyes pactadas entre Génova y Ferraz. O como las cosas que Mª Dolores de Cospedal, secretaria general del PP; Bernardino León, secretario de Presidencia del Gobierno; Juan María Nin, director general de La Caixa, y Juan Luis Cebrián, consejero delegado de PRISA, debatían este fin de semana en Saint Moritz durante la sesión ordinaria de los millonarios que dirigen el mundo, el Club Bilderberg.

En el último mensaje de Anonymous a los líderes mundiales hay una frase que resume la diferencia entre aquellos días de la década de 1990 y estos: «por fin, la información ha superado la masa crítica, explotando en un crisol de voces». Los grandes grupos mediáticos siguen donde estaban, cumpliendo su papel en defensa del capital y de los negocios de sus políticos. Sin embargo, ya no son tan determinantes. Si alguien se engaña, es porque tiene intereses personales o porque se vive más cómodo en una mentira dulce que en una verdad difícil. Por primera vez en la historia, podemos buscar, contrastar e intercambiar información de forma masiva. Es el nuevo fantasma que recorre Europa. Es la revolución que está cambiando el mundo. Es lo que el Club Bilderberg y otros organismos similares intentarán destruir.

Madrid, junio.


— Jesús Gómez Gutiérrez


Si les gusta lo que leen


/