Idiotas y esclavos · 27 de septiembre de 2011

Tiene su miga que las declaraciones de Alessio Rastani a la BBC reciban descalificaciones de todo tipo por parte de un sector importante de los ciudadanos. Inmoral, indecente, canallesco, etc.; como si hasta ayer no supieran que la Bolsa es un nido de ladrones y los agentes de Bolsa, profesionales al servicio de un nido de ladrones; como si hasta ayer no supieran que sus gobiernos los engañan y que las crisis no son hechos caprichosos.

Me van a perdonar, pero si dejamos el fondo de la cuestión y nos limitamos a las opiniones que genera, lo inmoral, indecente, canallesco y etcétera del asunto no está en las declaraciones de un supuesto bróker (*) que dice una parte relevante de la verdad, sino en la actitud de muchos de los que se sienten ofendidos. Un mundo dominado por las grandes empresas, que aprovechan y provocan las crisis para conseguir beneficios, implica un mundo de idiotas que los dejan hacer y otro de esclavos a los que explotar. Ése no es el mundo del señor Rastani; es el mundo real, el que tenemos. Los idiotas y los esclavos lo son antes y después de sus declaraciones y con independencia de que calle, se jacte o haga el paripé de un creyente con sentimiento de culpa.

El 20 de noviembre hay elecciones generales en España. La mayoría de la población va a votar a dos partidos que, en esencia, sirven para que los poderosos sigan viviendo a costa de los débiles. No hay mucho más que añadir. Y la mayoría de esa mayoría no son ricos y pequeños burgueses con pretensiones nacionalcatólicas o progresistas, según los casos, sino exactamente los idiotas y parte de los esclavos implícitos en las palabras de Rastani. Votan a sus depredadores. Apoyan a quienes los aplastan. Se cruzan de brazos y cierran la boca o aplauden cuando el ejército de jueces, abogados, políticos y policías que ejecutan otro despido, otro desahucio y otro chanchullo la toma con unos desgraciados más desgraciados que ellos.

Rastani tenía razón al decir que no son los gobiernos los que dirigen el mundo, sino Goldman Sachs; incluso es desgraciadamente posible que su advertencia sobre los ahorros de millones de personas no fuera lo que parece, un cebo para captar clientela. Pero, ¿dónde está la noticia? En la sorpresa de un ciudadano medio, que sabe leer y escribir, que tiene estudios, que quizás estuvo en la universidad, se demuestra que el concepto de analfabetismo pide a gritos una revisión; en su reacción de ofendido, sólo se demuestra que un idiota también puede ser un cínico.

Madrid, septiembre.

(*) A última hora del martes se supo que ni siquiera era supuesto. Como decíamos, «la literatura existe porque, si no existiera, nadie contaría la verdad».



— Jesús Gómez Gutiérrez


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