Prioridades · 26 de septiembre de 2011

Su historia es parecida a las otras; ha tomado el micrófono y ha empezado a hablar ante los que seguimos en Sol, tras la marcha por el derecho a la vivienda, porque un banco quiere quitarle la casa y dejarla en la calle. La gente escucha, asiente, muestra su solidaridad, que esta vez exige un esfuerzo añadido: su casa no se encuentra precisamente en Madrid, sino en Morata de Tajuña, en el kilómetro 14 de la carretera a Titulcia, en un camino que se llama De las Veredillas. Si esto no fuera el 15M, me atrevería a afirmar que la lejanía será determinante y que la banca ejecutará un nuevo desahucio, a sumar a los cientos de miles anteriores. Sin embargo, esto es el 15M. Nosotros no abandonamos a los nuestros. Ni siquiera cuando somos menos de los que deberíamos ser.

Día tras día, desde un domingo de mayo, salimos a la calle. Hay tantos problemas y tantos frentes abiertos que no tenemos ni manos ni tiempo para todo. Además, el 15M es un movimiento de largo recorrido; a veces hay que parar y recobrar el aliento y a veces hay que refrenar las ganas. Pero los miles de personas que nos manifestamos este domingo en 41 ciudades de España no borran el hecho de que deberíamos haber sido muchos miles más. Hablamos de la vivienda, de un asunto infinitamente más grave desde un punto de vista ético, social y económico que la maldita renovación de la maldita política. Hablamos de la vida de la gente, de la supervivencia. Hablamos de una forma de hacer economía a costa de los más débiles y del propio futuro del país.

Deuda, crisis financiera, Estados en retroceso, cambio de modelo productivo. A medida que aumenta la conciencia de la situación, aumenta la conciencia de las dificultades. Por dónde atacarlo, qué hacer, ¿tenemos alguna posibilidad real? Por mi parte, creo que el rumbo del 15M lo lleva inevitablemente a cambiar las estructuras y el régimen político de España; creo que es el germen de un republicanismo nuevo y una pieza fundamental para un internacionalismo nuevo. Pero eso carece de importancia. Todo empieza y termina cada día en los hechos pequeños, concretos: por una casa en un camino y por un orden de prioridades más cercano a una simple casa.

Madrid, septiembre.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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