Todo esto · 16 de marzo de 2015

I

Qué mala uva: hoy toca salir de la calle y visitar iglesias.


II

Pedante uno, pedante dos, pedante tres y dejo de contar pedantes porque debo ir al segundo piso, donde la presentación. Me habían asegurado que este local era de los nuestros. Será que los nuestros no son de los míos.


III

La doña que se acerca es señora concejala de una organización supuestamente combativa que está supuestamente en contra del Capital. A su vera, muy pegadito, camina un sujeto que cualquier chico de barrio reconocería al instante: un pedazo de facha con pinta de pedazo de facha. Pero éste no es patio de chicos de barrio, así que tampoco lo es del reconocimiento. Su paripé cuela como el de la doña, concejala de una red clientelar.


IV

Y, sobre las mesas, libros elegidos en función de la moda, sin verdad en ninguna de sus páginas.


V

Sensiblería, banalidades, conveniencias pueriles para la forma más antiliteraria y en consecuencia antipolítica de hacer literatura. Ni un latido. Ni una gota de sangre. Nada que penetre la superficie y fuerce el conflicto enterrado. Se nota que el autor no se tomó la molestia de vivir ni, para mi asombro, por ser más fácil, de leer. No es más que mierda burguesa del siglo XXI, es decir, mierda despojada hasta del olor.


VI

Oh, capitán del pueblo, dime otra vez que las caras del pueblo son feas.


VII

Vale. La creación no tiene nada ver con esto; sobrevivirá en las catacumbas y saldrá por un pozo, desdoblándolo en torre. Pero ya ves tú.



Madrid, marzo.


— Jesús Gómez Gutiérrez


Si les gusta lo que leen


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