En julio · 4 de julio de 2011

El día 2, al contraluz de la noticia de la SGAE, pasó un dinosaurio delante de nuestras narices y no nos dimos ni cuenta. «Zapatero felicita al rey de Marruecos por los resultados del referéndum.» 98% de aprobación. Y todos sabemos lo que significa un 98% de aprobación en un referéndum: un fraude masivo. Así que el presidente del Gobierno español y miembro hasta donde sabemos de un Partido Socialista, encontró un hueco en su agenda para felicitar a un dictador por ser un dictador y comportarse como un dictador.

Vale, no es para tanto; con julio naciendo y cuarenta a la sombra, a cualquiera se le pasa un dinosaurio pequeño, sobre todo en política internacional. O una manada entera en nacional, porque esas horas también fueron de subidas de precios, más genuflexiones a los banqueros, otra negativa a anular los juicios del franquismo y hasta una forma particularmente ocurrente de pasarse la Constitución por el forro: rechazar una ILP nueva para la dación de pago después de que un grupo de promotores disfrazados de verde saboteara la anterior. Menos mal que las ILP ni siquiera son vinculantes. Qué harían si lo fueran.

«Somos cómicos, todos somos unos cómicos; vivimos en tiempos cómicos, y cuanto peor se ponen, más cómicos somos», dijo William Gaddis. Pero la comedia no se detiene en julio porque algunos se vayan de vacaciones y huelan cloro en el ambiente. Además de un mes, un julio en España también es un caballo de Troya; el momento perfecto para entrar de rondón. Espabilemos entonces, que ya han llegado a la cocina. Aunque sólo sea para estar a la altura de los cientos de personas que, en estos mismos momentos, siguen desgastando suelas en la marcha popular.

Madrid, julio.


— Jesús Gómez Gutiérrez


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